Trabaja modificando comportamientos y pensamientos disfuncionales, transformándolos en otros más enriquecedores. Este tipo de terapia se enfoca en los procesos mentales que nos gobiernan y las acciones  que llevamos a cabo. El objetivo es entrenar al paciente para que sea capaz de determinar con su propio criterio las estrategias que le acercan o le alejan de sus metas.

Somos seres sociales, por ello nuestra interacción con el entorno es muy importante para nuestro sufrimiento y bienestar. Desde esta orientación se trata de ver como las relaciones influyen en nuestras problemáticas y como introducir cambios puede ayudar a sentirnos mejor.

Esta disciplina propone un trabajo a través de activar las emociones relevantes como agente regulador y de cambio. Las emociones están conectadas a nuestras necesidades más importantes, nos preparan y guían en momentos importantes. En terapia es importante aprender a identificar, gestionar y expresar los sentimientos.

Pretende descubrir aspectos inconscientes que nos llevan a sentir, pensar o actuar de determinadas maneras, que en muchos casos provocan sufrimiento y malestar. Este tratamiento explora las profundidades de nuestra identidad, sacando a la luz aspectos que hay detrás de nuestras problemáticas para que podamos vivir con mayor bienestar. Este enfoque se basa  en que cuanta más información de uno mismo, más control y estabilidad.

Se acerca al paciente a través de la humanidad y humildad del psicólogo. Es necesario que la persona que acuda a terapia se sienta valorado, respetado y aceptado durante el tratamiento. Por lo tanto,  es importante no centrarse tan solo en los aspectos negativos y patológicos de la persona.

Además de hablar de los problemas  y preocupaciones del paciente, se trata de llevarlos a la acción desde la espontaneidad. Este enfoque aboga por lo potente de una representación en vez de una descripción. Por ello, se trabaja desde la acción para reparar escenas pasadas o practicar escenas presentes y futuras